martes, 22 de septiembre de 2009

A vueltas con la vuelta

Comenzó su aventura en Holanda, forma parte del equipo pero no va sobre dos ruedas, aunque hace malabarismos para tener siempre la comida a punto. Adolfo Muñoz se encarga este año de preparar el catering en cada etapa de la Vuelta a España, imprimiendo de sabor manchego una prueba de más de 3000 kilómteros en bicicleta. Faltan sólo 5 etapas para llegar a Madrid y el cocinero toledano recuerda, como si fuera ayer el comienzo en Holanda. “La gente se quedo impresionada con nuestra comida, y sobre todo nuestro queso: ellos tienen un buen queso, pero nada que ver con el nuestro”, me cuenta.

Adolfo se ha traído a 10 personas consigo, entre las que se encuentra su hijo, que hereda no sólo el nombre, sino el mismo amor por la cocina. Trasladan su cocina móvil a cada ciudad, y encienden los fogones a las 6 de la mañana. Bacalao con pisto manchego, migas del pastor o queso con mostillo son sólo algunas delicias con las que sorprende a todo el personal de la organización. Hoy están en Ciudad Real, y se sienten como en casa. “Jugamos con ventaja, sabemos con seguridad que no quedará ni una miga”, me dice. Después de 17 etapas recorridas ha conseguido acostumbrar a todas las personas que trabajan en la organización a los caprichos manchegos. Y a las 12 de la mañana la gente que se acerca al pequeño estand de Adolfo se llena de peticiones personalizadas: “oye, ¿hoy no vas a sacar esa perdiz en escabeche?”; “¿Dónde está ese pisto”… Los chicos que se encargan de llenar las bandejas vacías no dan abasto, pero cuanto antes se vacíen, antes acaban.

Adolfo se confiesa seguidor del deporte, pero esta es su primera vuelta. Ha tenido que ocuparse de todo el catering para poder vivirla al 100 por 100. Mientras se encarga de que ningún detalle falte en el festín que organiza a diario, no quita oreja de su pequeño MP3 y va escuchando la evolución de los ciclistas. “No tengo ningún favorito, pero me gusta saberlo. Les veo a diario por aquí y siempre les transmito mi ánimo porque esta profesión es muy difícil”, me dice. “Duermen cada noche en un hotel diferente, coge tu bici y trasladate de ciudad, hoy aquí, mañana allí… Y siguen con ganas después de dos semanas, es admirable”, nos cuenta. El cocinero toledano no se da cuenta que, en esencia, él mismo también es un deportista de fondo, aunque él no tenga que llegar a meta ni puntuar para su etapa final en Madrid. Su único reconocimiento es el paladar del público, que le aprueba notablemente.

En total son unos diez platos manchegos los que presenta en cada etapa, aunque va adaptando los gustos a cada ciudad y climatología. En Castellón preparó un gazpacho de melón, “y no veas lo bien que sentó”. Hoy, en la provincia del Quijote el sol asoma con timidez, y el gazpacho se ha quedado guardado para otro día. “Como fresco tenemos las berenjenas de Almagro, no veas como se sorprendían los holandeses por esta delicatesen” me dice.

Mientras recorro con la mirada cada una de las recetas con sus explicaciones y trucos, que no le importa desvelar, me pregunto si es apta para la dieta estricta de los ciclistas. Me dice que al principio miraban con cierto recelo y se iban, pero que a medida que avanza la prueba se van animando a picotear. Pero no pueden descuidar su rutina alimenticia: cada ciclista tiene estipulado un menú que viene determinado por su médico, y si se salta algo puede repercutir en su rendimiento. “Aunque sea así, un ciclista que probó un día nuestros mazapanes toledanos ganó la etapa” me afirma Adolfo. Aunque me dice el pecado, no me desvela el pecador. Desde entonces su comida se ha convertido en talismán, no pasa el día en que alguien de un equipo no le pregunte al cocinero que plato le dará suerte. Él no se atreve a recomendar, por que recomendaría todos.

Y es que, como el mismo dice, son platos que salen de la tierra. Para él la cocina manchega es la gastronomía más autentica y autóctona que existe. La materia prima de los platos que presentan son de la tierra, sin preparados, sin artificios. Y todos están relacionados con la cultura y la historia de los manchegos. Las migas: la comida pobre de los pastores, y hoy convertida en plato imprescindible de cualquier celebración. El bacalao con pisto: el pescado por excelencia de las tierras del interior, cuando no existía congeladores era el que mejor se conservaba, y Adolfo no es el primer cocinero que afirma que las mejores recetas del bacalao no se encuentran en la costa. La perdiz en escabeche: herencia de la cultura de caza… Hasta el postre estrella puede decirse que es manchego al completo: bizcocho de aceite. Aceite de la tierra, almendras, y un toque de miel de la alcarria. El truco que le da la diferencia.

Son las 12,30, y los ciclistas se mezclan con el personal de la organización alrededor de los platos, pero miran más que pican. Reciben los últimos consejos, repasan con sus directores de equipo las últimas instrucciones del terreno. Pasean con sus bicicletas por el set vip intentando buscar concentración en medio de medio centenar de personas acreditas para retransmitir el evento, patrocinadores, personalidades. Ninguno ha querido faltar a la cita que hace que Ciudad Real se vista de largo un año más.

Hoy los ciclistas tendrán que cubrir 193 kilómetros, pero no hay ningún puerto peligroso que le ponga en compromiso. Después de venir de Andalucía donde los deportistas sacaron la lengua fuera en cada montaña, hoy la etapa es de descanso: hasta Talavera de la reina el terreno se presenta casi llano y podrán guardar fuerzas para llegar a Madrid y echar la última carta que les haga merecedores de ganar la vuelta.

Adolfo empieza a descansar: cuando los ciclistas salgan él recogerá sus bártulos y se encaminará también a Talavera de la Reina, pero sin prisa. Tiene que transportar una cocina móvil y un camión lleno de comida, pero lo harán sin pausa. Esta noche duermen en Toledo, su ciudad, y es un aliciente: “No hay nada como dormir en casa después de dos semanas”.

Antes de que se quite el delantal, le pregunto a Adolfo si como cocinero de fondo habrá recompensa al llegar a meta. Él me comenta que ha sido afortunado en cada etapa recogiendo como recompensa la sonrisa de la gente en cada bocado y que las personas que ha conocido merecen la pena. No le hace falta ninguna copa, porque para él, su premio ha sido estar ahí y llevar el sabor manchego por tantas ciudades españolas y holandesas.

Ahora toca pensar en la vuelta del año que viene, y en qué pequeño manjar dará suerte a nuestros ciclistas.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Principemanía

No cantan, no actúan en teatros los fines de semana mientras el resto descansamos, no han salido de ninún reality, ni son ex-novios de famosos conoccidos... Nos son ídolos de adolescentes pero conquistan el corazón de grandes y pequeños bajo algo que yo comparo con la fé de la iglesia.

"Qué tiene nuestro príncipe que hace que esté usted esperando tres horas bajo este sol de justicia?" le pregunto a una mujer que podría ser madre. "No sé, es que el principe es muy majo, muy bueno, es todo un ejemplo", me dice emocionada. No quiero romper el momento de embrujamiento que tiene esta fan monárquica, por lo que no le pregunto el porqué de su admiración, o porqué cree que el príncipe es merecedor de tan bellos calificativos. Tendría una razón para preguntarselo a una "grupi" porque lo tendría fácil, y hubiera seguido: "qué es lo que significa su obra para tí?" Y la fan me hubiera respondido alguna frase bonita sobre su última obra. Pero.. ¿qué puede responder un fan monárquico? Nadie me lo dijo, asi que sigo todavía pensando en qué puede significar su obra para la gente.

La pasada semana los príncipes comenzaron su ruta española en tierras manchegas, y me tocó cubrirlo. Me hacía gracia por el evento en sí, pero no sabía con qué fondo imprimir el reportaje. Una ruta publicitaria de los monarcas para mejorar su imagen. ¿Cómo no dejar esto patente en el reportaje? Pero a medida que me imbuía en el fervor con que Campo de Criptana preparaba su visita, me fue imposible analizar el acto de manera periodística y me dejé contagiar de la alegría que se respiraba en el ambiente.

Abuelas con sus hijas que recordaban al principe rubito y pequeño, madres que hubieran deseado un hijo como él "con carrera y todo, si es que ya me hubiera gustado a mí", me dijo una... Otra me decía que a ver si podía arreglar todos los problemas que había en España.. "pero con lo suyo ya tiene bastante", me decía sentenciando otra posible pregunta por mi parte. Yo me quedé pensando: si ni el príncipe puede arreglar los problemas que hay (no sólo porque no tenga potestad para ello, sino por que si no lo arreglan los políticos, como para que lo haga él) y ... "con lo suyo"?? ¿Qué es lo suyo?... Y pienso: si, claro, cada uno tiene lo suyo en casa.. O en palacios, como es su caso.

Lo mejor que extraí de toda la visita fue que por un momento miles de personas depositaron en la sonrisa de los principes su esperanza en tiempos de crisis, su ilusión por mejorar.. Y seguro que todas las mujeres que estaban allí y que habían soñado con su príncipe azul que no llegó, se imagino siendo por un momento siendo Letizia.

Yo pensé en cómo debía ser Letizia antes de ser princesa, una periodista como yo, correteando por las calles y micro en mano. Una periodista a la que teniendo acreditación probablemente se le impedía desarrollar su trabajo con limitciones, una periodista que no tuviera que recibir palabras bordes de la seguridad real, una periodista que no tuviera que recibir empujones inmerecidos. Me lo imaginé durante largo tiempo desde una terraza desde la que grababa. Y pensé que podría ser divertido ser princesa, pero no más divetido que esta profesión que me regala momentos de princesa de cuento, aunque no tenga sangre azul.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Entre rejas

Me acerqué a él con sigilo, no sabiendo qué preguntarle, aunque sabía cómo mirarle. Pensaba que aunque llevara años entre rejas no podía haber dejado de ser humano, que si amasaba el pán con tanta paciencia y dedicación algo bueno debía haber dentro. Y no me equivoqué.

Cuando me acerqué lo máximo como para poder ponerle el micro con soltura, me miró, y antes de que pudiera hablarle con los ojos y transmitirle tranquilidad, sonrió. "Usas XS de Paco Rabbane?" Me preguntó. Sonreí, asentí, y en ese momento me dí cuenta que era una persona con nombres y apellidos, un jóven de 21 años que por un momento soñó con la cercanía de su novia, y no precisamente conmigo. "Mi novia también la usa, y yo usaba la misma cuando estaba fuera", me cuenta como si me conociera de toda la vida.

Jose Carlos lleva dos años en una de las cárceles más temidas de toda España, "Herrera de la Mancha". Convive con asesinos ilustres, como el de Anabel Segura, con violadores reincidentes y maltratadores asesinos. "Pero yo no soy malo", me intenta convencer. Unos fajos de 60 kilos de marihuana fueron su perdición, y hace que viva la vida en la cárcel mirando con un rasero diferente al resto. También entre rejas hay discriminación, "la cárcel es como en la calle, no todas las personas que están en libertad son buenas, pues del mismo modo todos los que estamos en la cárcel no somos malos", me dice. Para él las leyes no están bien hechas, pero lo que si es cierto es que esta estancia en la cárcel es una gran lección en su vida.

Le falta un mes para poder oler de cerca a su novia. Cuenta los días amasando el pán que comerán mañana en 22 cárceles de toda España. Cuatro horas al día que le evitan salir al patio y encontrarse con problemas. "No es bueno estar parado en la cárcel, los problemas vienen a tí, la cabeza se te vuelve loca". Aunque reconoce que nada de lo que se ve y se cuenta en televisión sobre las cárceles es mentira y se vive mejor de lo que se piensa, prefiere tener el tiempo ocupado y hacer méritos para conseguir ese permiso que tanto anhela. "No sabes lo que es estar encerrado y no poder si quiera besar a tu novia todos los días", me cuenta en confidencia. Y en ese momento pienso que hay cárceles que no tienen barrotes y que están en nuestras vidas,en la calle, que hay prejuicios y heridas incurables que restan libertad a los sentimientos.. Pero esa historia os la cuento otro día.

Empiezo la entrevista y no puedo evitar seducirle. Siempre lo intento con cada entrevistado, pero normalmente es algo que no hago voluntariamente. Esta vez algo cambia, pienso que llevo el olor de su novia, y quiero que en mi sonrisa encuentre una esperanza, quiero que en la calidez de mis palabras no olvide la de su novia, y quiero que le anime a conseguir ese permiso para ir a la cárcel sólo a dormir, y no a vivir.

El pán que amasa en sus manos es el blanco de sus sinsabores, pero también es su conexión con la realidad y con ese pasado que le unía a su panadería. Ahora también sabe que será su futuro, porque "Sólo pienso en salir y en volver a ser panadero y no meterme en líos", me dice convencido. Una equivocación en su vida le ha robado dos años, pero todavía es jóven y algo sabio: ha aprendido a levantarse y mirar hacia delante. Hay muchos que no lo aprenden en toda su vida, y que viven en una cárcel virtual aún estando en la calle. Cosas de la vida.