domingo, 3 de enero de 2010

Sobre la belleza y la edad

Tiene más de 70, y sigue pensando en que su sonrisa sea franca y verdadera. Su mirada sigue siendo penetrante, me habla de una mujer que una vez estuvo enamorada de su amor, de su familia, de la vida. Acumula arrugas, pero no son feas cuando se ríe, pues todas ellas y en su conjunto, parecen bailar al son de la felicidad. Tiene más de 70, y sigue jugando a gustar. La encuentro con otras amigas en la peluquería, faltan pocos días para los festejos navideños y sueña con su vestido a estrenar, con sus mechas recién hechas, con los rulos que disimulan su poca cantidad de pelo. La miro y pienso que la única diferencia entre ella y una quinceañera es la cantidad de rimel o de laca, y una vida hecha. Ahora sólo le falta a la de 15 llegar a su edad con la misma ilusión y el mismo brillo en los ojos.

La belleza y la edad. Dicen que la primera sigue existiendo con la acumulación de la segunda. Dicen. En una sociedad en que una operación estética puede acumular portadas de revista del papel cuché y te venden que la belleza te abre las puertas de la sociedad, el trabajo o la autoestima, es dificil creerlo y no pensar en que los más pobres no tienen derecho a esa belleza que a fin de cuentas, acaba siendo efímera. Porque la gravedad también actúa en la silicona, el botox o un desplazamiento de naríz, aunque se retarde en el tiempo.

Pero hoy nada de eso importa, en esta pequeña peluquería de Bolaños donde estas abuelas, madres ya amantes comparten trucos de belleza y recetas de cocina a partes iguales. Yo me transformo de nuevo en una aprendíz, a saber que no hace falta comprarse un serúm caro para el brillo del pelo si tienes un huevo y aceite en casa, aprendo que no hay que comprar un expfoliante caro si tienes sal gorda y miel. Pero aprendo sobre todo que la belleza no está reñida con la edad, y que cumplir años mirando la vida con una sonrisa infante es el mejor consejo que hoy me podían dar.

Sólo me pregunto que verán mis ojos cuando pase de los 70. Porque mis ojos no son los suyos, ellas han crecido en una sociedad donde no existían operaciones de estética,potinjes caros, gimnasio ni aerobic. ¿Cómo calibraré yo la belleza? ¿Seré capaz de sonreir y aceptar las arrugas de la comisura de mis labios? ¿Seré capaz de mirar la vida con la misma ilusión de agradar? ¿Podré seguir mirándome al espejo y reconocerme sin acordarme de una imagen puvertina? ¿Pensaré alguna vez en una operación para seguir alimentando mi ego?

Cuando las he visto hoy he deseado envejecer como ellas. Sin más preocupación que poner la comida, dar de comer a los nietos o perfurmarme para seguir gustando. Con la misma fuerza que ella en su mirada, con esa misma ilusión que su rostro dibuja como imperecedera.