jueves, 3 de septiembre de 2009

Entre rejas

Me acerqué a él con sigilo, no sabiendo qué preguntarle, aunque sabía cómo mirarle. Pensaba que aunque llevara años entre rejas no podía haber dejado de ser humano, que si amasaba el pán con tanta paciencia y dedicación algo bueno debía haber dentro. Y no me equivoqué.

Cuando me acerqué lo máximo como para poder ponerle el micro con soltura, me miró, y antes de que pudiera hablarle con los ojos y transmitirle tranquilidad, sonrió. "Usas XS de Paco Rabbane?" Me preguntó. Sonreí, asentí, y en ese momento me dí cuenta que era una persona con nombres y apellidos, un jóven de 21 años que por un momento soñó con la cercanía de su novia, y no precisamente conmigo. "Mi novia también la usa, y yo usaba la misma cuando estaba fuera", me cuenta como si me conociera de toda la vida.

Jose Carlos lleva dos años en una de las cárceles más temidas de toda España, "Herrera de la Mancha". Convive con asesinos ilustres, como el de Anabel Segura, con violadores reincidentes y maltratadores asesinos. "Pero yo no soy malo", me intenta convencer. Unos fajos de 60 kilos de marihuana fueron su perdición, y hace que viva la vida en la cárcel mirando con un rasero diferente al resto. También entre rejas hay discriminación, "la cárcel es como en la calle, no todas las personas que están en libertad son buenas, pues del mismo modo todos los que estamos en la cárcel no somos malos", me dice. Para él las leyes no están bien hechas, pero lo que si es cierto es que esta estancia en la cárcel es una gran lección en su vida.

Le falta un mes para poder oler de cerca a su novia. Cuenta los días amasando el pán que comerán mañana en 22 cárceles de toda España. Cuatro horas al día que le evitan salir al patio y encontrarse con problemas. "No es bueno estar parado en la cárcel, los problemas vienen a tí, la cabeza se te vuelve loca". Aunque reconoce que nada de lo que se ve y se cuenta en televisión sobre las cárceles es mentira y se vive mejor de lo que se piensa, prefiere tener el tiempo ocupado y hacer méritos para conseguir ese permiso que tanto anhela. "No sabes lo que es estar encerrado y no poder si quiera besar a tu novia todos los días", me cuenta en confidencia. Y en ese momento pienso que hay cárceles que no tienen barrotes y que están en nuestras vidas,en la calle, que hay prejuicios y heridas incurables que restan libertad a los sentimientos.. Pero esa historia os la cuento otro día.

Empiezo la entrevista y no puedo evitar seducirle. Siempre lo intento con cada entrevistado, pero normalmente es algo que no hago voluntariamente. Esta vez algo cambia, pienso que llevo el olor de su novia, y quiero que en mi sonrisa encuentre una esperanza, quiero que en la calidez de mis palabras no olvide la de su novia, y quiero que le anime a conseguir ese permiso para ir a la cárcel sólo a dormir, y no a vivir.

El pán que amasa en sus manos es el blanco de sus sinsabores, pero también es su conexión con la realidad y con ese pasado que le unía a su panadería. Ahora también sabe que será su futuro, porque "Sólo pienso en salir y en volver a ser panadero y no meterme en líos", me dice convencido. Una equivocación en su vida le ha robado dos años, pero todavía es jóven y algo sabio: ha aprendido a levantarse y mirar hacia delante. Hay muchos que no lo aprenden en toda su vida, y que viven en una cárcel virtual aún estando en la calle. Cosas de la vida.

2 comentarios:

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  2. Que capacidad tienes de hacerme vivir esos momentos. Los siento como si hubiera estado a tu lado, me imagino la mirada, el olor de la colonia, las palabras y los tonos de voz, te imagino con el micro y tu sonrisa y pienso en la suerte que tienes de saber transmitir con tus palabras tantas cosas a la vez. Y en la suerte que tenemos los que leemos tus historias, porque es una manera de viajar en el espacio y compartir tus vivencias.
    Gracias por el momento.
    Cris R.

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